“Blue Jean”, cuando en Inglaterra se prohibió a los profesores LGBTI

Esta película recuerda cómo el Gobierno de Margareth Thatcher prohibió la “promoción” de la homosexualidad en las escuelas subvencionadas. Y fueron más allá aún, los profesores gays y lesbianas fueron etiquetados como “depredadores”.

Una gigantografía publicitaria dice “que se elimine la política de la educación” y deja la pregunta: “¿Se está enseñando a los menores de edad bajo los valores morales tradicionales?”. El texto parece sacado de una distopía (Sociedad imaginaria bajo un poder totalitario o una ideología determinada, según la concepción de un autor determinado, que sería lo opuesto a la utopía) al más puro estilo “The Handmaid’s Tale”, pero nada de eso. El letrero, literalmente en contra del colectivo LGTBIQ+, tiene también el dibujo de una tijera que separa los símbolos de la diversidad sexual, mostrando un mundo a caballo entre el Reino Unido de los 80, los años que vinieron y los tiempos más actuales del siglo XXI.

La protagonista de Blue Jean, es una profesora de “netball”, un deporte parecido al basquetball, personaje interperatdo por la actriz Rosy McEwen, es la testigo vivencial de un pasado olvidado hasta por las generaciones británicas más actuales.

Esta película (2022), opera prima “indie” de la directora Georgia Oakley, rescata y desempolva la polémica y olvidada Sección 28, nada menos que un instrumento legal que usó el Gobierno de Margaret Thatcher en mayo de 1988 para reprimir a la comunidad “queer”. Dicho artículo instaba a las autoridades locales, con el deber de no “promocionar” la homosexualidad ni “enseñar a  aceptar la homosexualidad”, esto como una dinámica familiar “normal” para cualquier establecimiento subvencionado por el Gobierno británico. Esto fue hasta fue hasta 2003, cuando se derogó en Reino Unido y Gales, tres años más tarde de su retirada en Escocia.

Un poco de esta historia, es lo que hace en esta película con el personaje de una profesora de educación física de Newcastle que ejemplifica cómo antinatural y tóxico, como se ve la cercanía de gays y lesbianas a los jovenes “vulnerables”, como lo dice una de las profesoras compañeras de trabajo de Jean en el colegio donde ella trabaja, etiquetando como “depredadores” a los profesores pertenecientes a la comunidad LGBTI. Provocando un sentimiento de rechazo, que sin lugar dudas se replica hasta la actualidad.

Entonces, Jean vive una doble vida: intentando pasar desapercibida en el colegio en el que trabaja en pleno tiempo de hostilidad, y de activismo por partes de ambos lados; al mismo tiempo juntándose con su novia en lugares seguros, alejados lo más posible de su lugar de trabajo. Esta doble realidad parece funcionar muy bien, hasta que una adolescente de su colegio, también lesbiana, se cruza en su camino para “desordenar” todo. Pero no se mal entienda, aquí no hay romance, ni nada parecido, al contrario Jean tendrá que decidir entre ser una referente o guía para ella o desentenderse y tirarla a los leones.

Blue Jean es, en definitiva, la historia sobre dos generaciones que se retroalimentan alrededor del tabú. El trabajo de investigación de Georgia Oakley ayudó a canalizar los paralelismos entre pasado, ficción y presente.

La misma directora contó que vivió una confrontación con una alumna de su escuela, ayudándola a afianzar la trama que ya estaba en el guion, así también como el miedo que se deja entrever en la actitud de Jean y cómo esto hace que su propia vida se escape de control.

Es precisamente esta violencia la que sirve de puente entre la película y la actualidad porque, hoy en día sigue habiendo un presente que exige estar siempre alerta para que colectivos como el LGTBIQ+ no pierdan sus derechos ya conquistados.

Y en Chile ¿Cómo vamos?