Así como cualquier persona con útero en esta tierra, las lesbianas cis o transgénero tenemos derecho a gozar de salud sexual integral. Esto no sería un problema si no fuera porque un gran porcentaje de quienes acuden a profesionales de la salud, oculta su orientación o prácticas sexuales.
Si no te sorprende es por que como yo, has escuchado o leído de los muchos médicos que se han negado a tratarnos o que lo han hecho de una forma que nos deja una huella de las malas. Lo increíble es que en pleno 2019 esto no se entienda abiertamente como una vulneración a los derechos humanos sino que se tome como parte de la cultura.
Para la OMS la salud sexual se define como un estado de bienestar físico, mental y social en la dimensión sexual. Sí, dije social. Aunque no lo creamos, la OMS la tiene clarísima el problema es que los gobiernos poco hacen por entregarnos este bienestar que vendría incluyendo nuestra integridad y no solo partes como hasta ahora.
Un estudio en Cali, Colombia con médicos del servicio de salud determinó que los motivos que entorpecían la atención a mujeres que gustaran de mujeres, era en primer lugar la baja de entrenamiento en diversidad sexual, 2 miedo a incomodar o dañar al paciente, 3 poca experiencia con población LGBTIQ++ y 4 creencias heteronormativas y tradicionales sobre la familia, matrimonio y/o reproducción.
Desde las pacientes, en primera instancia no se les preguntaba sobre su orientación sexual si no que se asumía su heterosexualidad. En segundo lugar, un porcentaje mayor reconocía sentir temor de aclarar su orientación sexual por posible discriminación, un porcentaje menor reconoció haber recibido comentarios inapropiados respecto de su identidad sexual por parte de profesionales de la salud y finalmente, solo un 8% de las participantes declaró haber recibido información sobre prevención de contagio de ITS y prácticas sexuales acorde a su orientación sexual.
Si le damos una vuelta a la información anterior notaremos que en Chile es la misma situación la que se nos presenta y podemos desprender que lo que hace falta para cambiarla es capacitar a médicos con los conocimientos adecuados para tratar a TODA la población que les visita así como también mejorar los protocolos de ingreso de forma que indagar en la orientación sexual de un paciente (cuando sea pertinente) y no asumirla permita evitar momentos de incomodidad y ocultamiento de información. Finalmente, si quienes actuaran de forma discriminatoria y violenta recibieran la sanción correspondiente, podríamos como mujeres lesbianas, pansexuales y bisexuales al fin tener la tranquilidad de que la salud sexual es realmente un derecho para nosotras y que está al alcance de la mano de todas.
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