La dependencia emocional es una forma de relacionarse que adoptan dos personas en la cual al menos una de ellas tiene ansiedad y angustia frente a la idea de ser abandonad@ por la otra persona y para evitarlo se somete a situaciones que no son placenteras ni cómodas con tal de no ser dejad@, esto puede llegar hasta el punto de soportar violencia física y psicológica durante tiempos prolongados. Si bien es común que un@ de l@s miembrxs de la relación sea dependiente y l@ otr@ dominante, pueden amb@s ser dependientes.
Para que esta dependencia se produzca, habrán tres factores principales que van a determinarlo:
1.- Regulación emocional. Qué tanto logramos manejar nuestro estado de ánimo y emociones por nosotr@s mism@s. Si no lo logramos con facilidad, vamos a tender a buscar en otr@s ayuda para lograr una co-regulación.
2.- Seguridad relacional. tiene que ver con cómo nos sentimos estando sol@s y acompañad@s de otr@s. Se relaciona con el tipo de apego que generamos en la infancia con nuestra figura de apego primaria que en general es nuestra madre, pero que puede ser cualquier persona que cuida de ti y con quien te hayas sentido segur@. Si te sientes insegur@ en la soledad, tendrás una mayor tendencia a buscar compañía y en casos extremos, será a cualquier costo.
3.- Autonomía e intimidad. La primera está relacionada con la capacidad de hacer cosas por ti mism@, sin solicitar ni necesitar de ayuda de otr@s, sintiéndose bien al hacerlo y la segunda tiene que ver con la seguridad que sentimos de relacionarnos con otr@s sin que esto nos cause malestar.
Por otro lado, existen 3 tipos de dependientes emocionales:
- Sumis@ es quien vive sus relaciones desde la ansiedad, con miedo constante a ser abandonad@. Sienten que no merecen amor y buscan constantemente la validación externa en l@s demás. Su actitud con otr@s es complaciente y evitan a toda costa el conflicto por miedo a ser dejad@s a causa de uno. Les cuesta asumir críticas, se ponen como última prioridad, toleran conductas dañinas y abusivas por miedo al abandono de la pareja. Les cuesta poner límites y adoptan una actitud de indefensión de forma que su pareja termina cuidándoles. La base de esta conducta es la baja autoestima y autoconfianza.
- Contra-dependiente o evitativ@ es quien podríamos considerar alguien “frío”. No suelen expresar sus emociones y constantemente se sienten tristes o sol@s sin tomar consciencia de ello ya que se disocian y distancian de sus emociones. Les da miedo ser controlad@s o perder la libertad por lo que no suelen confiar en otr@s fácilmente. Buscan relaciones en donde no lleguen a mayor intimidad e incluso en algunas ocasiones al principio de una relación, pueden ser muy cálid@s e implicad@s para luego distanciarse del otr@ como protección. Se sienten agobiad@s frente a las relaciones y los requerimientos amorosos del otr@ con facilidad. Les cuesta disfrutar del contacto con otr@s y de las relaciones sexo afectivas íntimas, ya que se encuentran en un modo de “no siento para así no salir dañad@”. Suelen formar relaciones tóxicas de pareja, aparecer y desaparecer intermitentemente de la vida de otr@s y no estar emocionalmente disponibles.
- El tercer tipo es el Dependiente dominante. Llevan la batuta en sus relaciones, pero constantemente sienten miedo a que les rechacen, le odien o les dominen. Su actitud puede ser rígida, terca y egoísta. Dominar al otr@ les hace sentir segur@s y con control de la situación a tal punto que podrían llegar a manipular con tal de salirse con la suya.
Una persona puede pasar de un patrón de dependencia a otro a lo largo del tiempo y de las relaciones. Es importante destacar que es necesario un cierto nivel de dependencia con otr@s para vivir en sociedad, lo cual llamamos dependencia sana y evita que nos aislemos.
Si sientes que uno de estos patrones o varios te representan o conoces a alguien que parece vivirlo, lo mejor es acudir a psicoterapia, ya que la forma de salir de estas situaciones, que a la larga terminan siendo muy dañinas y hasta traumáticas, es trabajando las formas de vincularnos y relacionarnos con un terapeuta especializado. Si bien nuestro primer patrón lo adquirimos de nuestra madre/padre/adult@ significativ@, eso no quiere decir que nos quedaremos con ese patrón de por vida, si no que podemos cambiarlo hasta tener una forma sana de vivir el amor.
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