El año pasado una amiga y su compañera se contagiaron de una ETS y necesitaban hacerse el tratamiento. Fueron a consultas en lujosas clínicas del sector oriente de la capital primero y en la primera consulta, no se atrevieron a contarle al médico que eran pareja debido a la siguiente situación:
-¿Son amigas ustedes?
– …(sonrieron sin decir nada en shock hasta que una de ellas afirmó con la cabeza)
– Es que hoy en día hay tanta lesbiana que hay que preguntar, impresiona esa cuestión, mucho libertinaje… bueno, cuénteme ¿qué la trae por aquí?
Sorprendentemente, mi amiga decidió no “tomárselo a pecho”, pensar que fue un caso puntual, una excepción y consultó esta vez en un centro médico del centro de Santiago. Apenas entraron le dijeron al médico que eran pareja y que tenían síntomas de alguna infección, para evitar exponerse a una situación como la anterior. El simplemente les dijo que consultaran por separado, que entre lesbianas ni se pegan cosas así que deben tener cosas distintas y estar perseguidas, que quizás estaban confundidas y un sin fin de imbecilidades.

Cómo todavía necesitaban ser atendidas, decidieron que irían a un nuevo médico, esta vez en una clínica prestigiosa y muy cara, pensando que pagando más se aseguraban un mejor servicio. En esta ocasión se decidieron por una ginecóloga joven, y ésta vez sí fueron atendidas de la manera correcta, sintiéndose cómodas y seguras. La ginecóloga les explicó sus riesgos y les dió información para que pudiesen cuidar su salud sexual en todo momento dentro de sus posibilidades. Tan raro les pareció a mis amigas la inmensa diferencia entre atenciones que le contaron a la Dra. sus experiencias con los dos ginecólogos anteriores y lo humillantes/desagradables que fueron a lo que ella les aclaró con solo una frase todo el panorama: “es que yo soy lesbiana, chiquillas” les dijo con una voz medio apenada y no fue necesario decir nada más.

No es novedad para nadie que todas las personas deberían una vez al año realizarse un chequeo médico general para ver cómo va todo y detectar posibles enfermedades silenciosas. Dentro de ese chequeo, para las mujeres (o personas con vagina) se debe incorporar siempre una revisión ginecológica ya que la mayoría de las enfermedades que aquejan el sistema reproductor femenino suelen pasan desapercibidas. Hasta aquí todo bien, ¿cierto? Bueno el problema está cuando muchas de nosotras concurrimos al especialista para revisarnos y nos encontramos de frentón con una imagen poco alentadora: los especialistas no saben (en general) lidiar con la diversidad sexual en su consulta. A pesar de que sabemos que existen médicxs homofóbicos, esta vez no hablamos desde esos casos-o al menos no directamente-.
Es increíble pero, durante el paso por los estudios de medicina, es poco común que los alumnos sean instruidos sobre los cuidados de salud sexual de la diversidad, de hecho, la diversidad es algo que simplemente no está presente en su plan curricular. Cuando le pregunto a lxs médicxs (y créanme que lo he hecho muchas veces) sobre el tema, me dicen que a lo mucho recuerdan haber tenido una clase o dos en psiquiatría pero nada más. ¡ NADA MÁS ! y todas las mallas tienen un internado de ginecología, ¿lo entienden?

Entre el 7% y el 10% de la población pertenece a la diversidad sexual, sabemos según lo que se puede estimar mundialmente, ya que en Chile no existe un registro fidedigno sobre estas cifras. Bueno, este 7% o 10% de Chilenxs no está accediendo a su derecho a la salud al menos sexual; ¿Se dan cuenta de la gravedad de esto? No puedo evitar pensar seriamente en discriminación a niveles nacionales.
El mismo panorama se repite una y otra vez si revisamos las mallas curriculares de las carreras del área de la salud en las distintas universidades. Lamentablemente para nosotras, los mismos hospitales, clínicas y escuelas de medicina del país son machistas, misóginas y homófobas en sus prácticas, siendo una lucha que muchas mujeres médico están intentando llevar adelante , tratando de sacar al patriarcado de la medicina y que influye directamente en que ocurra esta situación en un país en donde las lesbianas muchas veces prefieren no consultar en ginecología por miedo, vergüenza, falta de información y para evitar situaciones incómodas.

Una vez más la respuesta a nuestros problemas es la misma: tenemos que ser fuertes y firmes, no bajar los brazos a la hora de mostrarle al mundo que el amor entre mujeres existe, que es igual a cualquier otro amor posible y que tenemos los mismos -deberes y- derechos que todas las otras personas, incluido el derecho a la salud (física y psicológica). Cuando para la sociedad ya no sea tema la sexualidad del otro y lleguemos a la tan anhelada igualdad (real) estas cosas no van a suceder, porque incluso las tradicionales ciencias modernas van a entender que no hay nada más lindo que disfrutar de tu sexualidad plenamente, con la tranquilidad de que te estás cuidando y que tienes las herramientas para hacerlo.
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