Cuando salí del closet con mi papá (Que es la única persona importante en mi vida a la que yo pude contarle que era lesbiana por mi cuenta y decisión propia) fue la experiencia más terrible/hermosa de mi vida. Literalmente marcó un antes y un después en mi ser que no puede no perturbarme de alguna manera. El estaba sentado en la mesa tomando once antes de partir a su casa, yo lo acompañaba con un té como siempre. Conversábamos de temas cotidianos e irrelevantes mientras yo veía que cada vez quedaba menos en su plato, y yo no lograba armarme de valor alguno -la ansiedad me comía por dentro-. El corazón a mil por hora se me iba a salir por la garganta, tiritaba en secreto y me sudaban frío las manos. “Soy lesbiana” fue lo que dije y después de una conversación -un tanto- bonita todo quedo claro y me sentí algo así como aceptada, pero hay algo que no puedo evitar pensar y es que daría lo que fuera por no tener que haber pasado por ese momento. Me sentí físicamente mal por el miedo al rechazo de mi viejo, que no es tan diferente en ese sentido al viejo de muchxs. Ahora que ha pasado un tiempo pienso, ¿Porqué tengo que andar explicando lo que soy a otros? Es más, ¿Porqué tiene otro que estar de acuerdo o no con lo que YO soy?
A propósito del reciente día internacional de la salida del closet, me gustaría hacer una invitación a replantearnos esta práctica en la que solo se reafirma la diferencia en vez de promover la igualdad ¿Cuándo supiste que eras hétero? Deberían cuestionarse entonces todx el resto de la gente y respondernos sin falta apenas nos conociéramos. Si de explicaciones se trata a mi no me parece que seamxs lxs únicxs en darlas, de hecho, no me parece que sean necesarias para nadie en lo absoluto. Igualdad no es salir del closet y que tus cercanos te “acepten”, igualdad es que no haya closet ni necesidad de salir de algún lugar para poder vivir como persona y nada más.
¡OLVIDÉMONOS DEL TEMA UN RATO POR FA, QUE TAMBIÉN A NOS ABURRE!
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