De la mano de Mailen Ema Sofía, te invitamos a viajar por una linea de notas que abordarán temas INCOMODOS que en algún momento debemos conversar, debatir, pensar, actuar, por la importancia que tienen para cada un@, sobre todo en estos días. Atención!
Considerando lo importante que es hablar estos temas, es que decidí profundizar en ciertos puntos ya planteados en el artículo anterior. Puesto que hay tanto que no se ha dicho y que hemos debido ocultar; por vergüenza, por miedo, por ignorancia. Pero ya no más Burdas. Es tiempo de producir el cambio necesario.
Cuando hablé del concepto de “ADN cultural”, me refería a esa información que viene dada por nuestra historia genealógica y el lugar originario de nuestro nacimiento. En este caso Chile, y Latinoamérica en general, tienen una “Herencia cultural” muy ligada a la colonización, las matanzas y el esclavismo. Por lo que, sin darnos cuenta, las costumbres y creencias dadas por nuestros invasores han sido la base de nuestros dogmas, transmitiéndose por generaciones a través de la enseñanza formal y del hogar.
Desde la herencia
cultural de una sociedad, surgen sus estatutos legales y constitucionales. Por
ejemplo, hoy en Chile las leyes permiten que, si una mujer fue asesinada por su
cónyuge este pueda heredar la propiedad o quedarse con los hijos. Además, según
establece el numeral 5 del artículo 11 del código penal, la justicia reconoce
como atenuante para un femicida si la mujer le fue infiel, pues está lo
provocó, pero si es al revés, no, pues la mujer actúo por venganza. Por otro
lado, si una profesora es acusada de abortar, queda imposibilitada de hacer
clases en colegios públicos, lo que se contradice con la ley de aborto en 3
causales.
¿A que voy con
todo esto? Pues que, con TODA esta realidad sobre nosotras, es lógico que
hayamos absorbido gran parte de los comportamientos que perpetúan el machismo.
Pues este se ha asentado desde la base constitucional y cultural del país donde
vivimos. Por lo que es absurdo negarse a observar el propio patriarcado inserto
en conductas controladoras o posesivas. Así como también, no podemos castigar
simplemente a aquellas veces en que se que cae en actitudes o comportamientos
machistas. Puesto que el castigo en si, es una herramienta de control propia
del patriarcado.
Puede que algunas
acá tengan una mini explosión en el cerebro, y no las culpo puesto que a mi
también me pasa. Pero hay que preguntarse ¿Por qué el castigo es nuestra
primera herramienta para corregir y controlar la conducta del resto? Y más aún
¿Por qué necesitamos corregir y controlar a otres para sentirnos segures? Esta
forma de modelación de la conducta, está tan presente y normalizada. La
vivenciamos en la casa, la escuela y en la sociedad general, que nos es difícil
pensar en otra manera de entregar un aprendizaje o de evitar una conducta.
Durante mis
últimas conversas sobre este tema, me he percatado que las actitudes machistas
entre las lesbianas son mucho más sutiles y al mismo tiempo frecuentes de lo
que una cree. Siendo el castigo un factor común entre ellas. Desde las lesbianas que se sienten
discriminadas por no parecer lesbianas, hasta aquellas mujeres lesbo-trans que
no se sienten parte del circulo lésbico. Estas personas son apartadas, puesto
que ninguna representa la imagen que la moral social nos ha dado, de como deben
ser las lesbianas.
En este punto,
necesitamos visualizar el castigo en todo su esplendor para poder entenderlo y
modificarlo. Ver como se ejecuta a nivel
físico, psicológico, emocional y social. Lo inserto que está en nuestro diario
vivir y como lo establecemos en nuestras relaciones afectivas. Preguntarnos
abiertamente y sin miedo a ver la realidad ¿Qué tan castigadora soy? ¿Cómo me
comporto cuando alguien hace algo que no me gusta? ¿Soy agresiva, indiferente,
hiriente? ¿Busco culpabilizar a otres de mis afecciones emocionales? ¿Soy de
las que castiga o de las que se deja castigar?
Si lográsemos
cambiar este aspecto de nuestro comportamiento, ya estaríamos dándole una
enorme patada en el trasero al patriarcado, y cambiando de fondo uno de los
estatutos machistas, que nos hace creer que tenemos la superioridad moral o
cognitiva de castigar a otres, enrostrándole su error y llevándole a la culpa,
de manera de que sea más dócil frente a nuestros deseos e intereses.
En este arduo
aprendizaje y auto-conocimiento, el debatir con otras personas me ha ayudado a
llegar a profundas conclusiones y entendimientos. Permitiéndome observar las
múltiples herramientas que podemos desarrollar para no caer en actitudes
punitivas. Les comparto una síntesis de ellas:
- Ver y
acoger los errores como parte del aprendizaje, no como una falla.
- Expresar
de manera empática y no agresiva, las cosas que nos duelen.
- Si no
me siento en condiciones de controlar mi agresividad, evitar el debate y pedir
un espacio de sana distancia, para calmarnos antes de hablar.
- Entre
parejas, establecer herramientas, como palabras de seguridad para indicarle a
la otra persona que está perdiendo el control o su agresividad va en aumento.
- Manifestar
nuestros parámetros comprendiendo que debemos hacer concesiones para establecer
los límites de una relación.
“Si la genealogía plantea por su parte la cuestión del suelo que nos ha visto nacer, de la lengua que hablamos o de las leyes que nos gobiernan, es para resaltar los sistemas heterogéneos, que, bajo la máscara de nuestro yo, nos prohíben toda identidad.”
“Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar”
Michel Foucault
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