De la mano de Mailen Ema Sofía, te invitamos a viajar por una linea de notas que abordarán temas diversos pero nuestros, que en algún momento debemos conversar, debatir, pensar, actuar, por la importancia que tienen para cada un@, sobre todo en estos días. Atención!
Partamos por la base que de una u otra forma todes convivimos con la menstruación, ya sea propia o ajena, por lo que necesitamos que deje de ser un tema tabú o que se trate solamente en los círculos de mujeres con acceso a los conocimientos, principalmente porque este acontecimiento que ocurre 1 vez cada 28 días (en promedio) y durante casi 40 años en la vida de una mujer puede afectar su calidad de vida y la de su entorno. De hecho su historial manchado de mentiras y mitos sigue provocando estragos en la vida de niñes y mujeres debido a la desinformación y dificultad que puede existir dentro del círculo familiar para hablar de estos temas, y no es de extrañar que suceda esto pues en pleno 2020 aún no tenemos una educación sexual pública, gratuita y de calidad que permita a los pre-púberes y adolescentes conocer sus cuerpos y entender como cuidarlos, tanto en los cambios hormonales que se viven durante esa etapa, como también en el posible inicio de una vida sexual segura.
También es clave observar los efectos secundarios a nivel social que suceden con la llegada de la menarquía y como inciden en el desarrollo del carácter adulto. En ese sentido a nivel histórico se ha visto la menarquía como señal de que una niña pasa a ser mujer, como si con ese primer flujo apenas color sangre, mágicamente esa pre-adolescente madurase hasta tener la capacidad de enfrentar una maternidad, siendo además inmediatamente sexualizada debido al incipiente crecimiento de los senos y otros factores propios del desarrollo, por lo que las niñas se ven envueltas en un proceso desconocido en el que quedan vulnerables a los cuidados o descuidos del entorno.
En estos asuntos la labor del feminismo, una vez más, ha sido fundamental al activar distintos movimientos y expresiones que revindican la etapa infantil post menarquía como el ciclo hormonal femenino, transformando esa visión negativa y de vergüenza que por tanto tiempo ha teñido su imagen, a una aceptación de la sabiduría propia de la naturaleza que siempre se muestra cíclica.
En cuanto a mi experiencia con este dichoso regalo del sexo biológico puedo decirles que hasta hace poco había mucho que no sabía o entendía, pues no había profundizado en los básicos conocimientos que recibí de niña. Tuve que darme cuenta solita como se alteraban mis emociones, como cambiaba mi estado físico y a nivel psicológico como podía afectar en mis decisiones. Con el pasar de los años pude entender que cada etapa del ciclo funciona a diario y no solamente cuando menstruamos, y que en cada una de estas fases (folicular, ovulatoria y lútea) se presentan alteraciones hormonales que nos inclinan para cierto tipo de actividades mientras nos inhiben para otras. Por ejemplo, durante la fase folicular, que comienza con el primer día de sangrado y se extiende hasta el día 14, la glándula pituitaria activa mayor cantidad de estrógeno y progesterona predisponiéndonos a un mayor apetito sexual, aumento en la actividad cerebral, mejor control del colesterol y de la retención de líquidos propia de la fase lútea, por lo que es muy probable que durante esos días nos sintamos irremediablemente atractivas.
La auto educación, en este tema, es de vital importancia pues nos proporciona métodos básicos (y no tan básicos), para poder conocer nuestro ciclo menstrual y entender su funcionamiento, incluso aprovechándolo como método fertilizante en plantas o bien para el control del embarazo. Sin embargo como Profesora de Educación Física debo hacer una crítica y un llamado a mi gremio sobre este asunto, puesto que desde nuestro trabajo en los colegios podemos facilitar y potenciar a las niñas en el descubrimiento de sus cuerpos a través del deporte y las distintas disciplinas físicas que existen, desterrando la creencia de que las mujeres cuando estamos menstruando no debemos hacer ejercicios y dotando a las niñas de las herramientas corporales que tienen para disminuir las molestias propias del periodo menstrual y pre-menstrual. Actividades como las elongaciones de la zona lumbar, apertura de caderas, ejercicios aérobicos de baja intensidad o sin impacto, trabajos de respiración y relajación son claves para contrarrestar los dolores y podrían perfectamente implementarse durante las clases de Educación Física, que es donde las niñas aprenden a que la menstruación es una excusa para no hacer actividades físicas o bien se encuentran con dolores que no saben como aliviar si no es a través de medicamentos.
En este aspecto, hay que destacar que los beneficios de la actividad física constante son innegables e inigualables, por lo que es importante desarrollar la capacidad de conectarse con el cuerpo, aprendiendo a entenderlo, apreciarlo y escucharlo, pues es nuestro único medio de transporte para disfrutar este viaje llamado vida.
A continuación, les dejo una selección de links de videos con información adicional para quienes quieran profundizar en este tema, además de invitarlas a dejar sus comentarios o dudas en nuestras redes, dónde podré responder sus consultas.
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