Hace un tiempo atrás dividí mi rostro mitad ángel, mitad demonio y me entregue a lo que la experiencia pudiese traer consigo. Una pasión fulminante, la luna llena en escorpión y Venus reinante me guiaron a mi primera experiencia de sexo duro. Fue peligrosamente excitante, un sabor nuevo que se derramó como peta Z abriendo sensaciones ocultas en mí: sensualidad, salvajismo y límite: imágenes paganas que me mantienen ardiendo en este invierno naciente.
Mi teléfono marcaba el inicio de junio y un montón de fantasías se rozaban en mi cabeza. Ese día me tocó trabajar y ocupé mí reducido tiempo libre para recorrer todos los Sex Shop del centro Santiaguino: Quería vestirme de látex, llevar algún arnés, no ser vainilla y jugar la libertad de este descubrimiento de autoplacer.
Lo triste fue darme cuenta que mis expectativas eran bastante altas y que los locales del centro se quedaron atrás en las prácticas. Una viejecita me pregunta que quiero, le digo que busco algo con correas, medio bondage, cuero y me hace seguirla al fondo de una tienda llena de dildos realistas y disfraces con pelucas. Corre una cortina “secreta” y nada que mojara mis ganas. Le digo que seguiré viendo y camino como un Vaquero en medio del oeste desierto, al salir miro de reojo y me encuentro con un cliente habitual de la cafetería en la que trabajo, nos miramos, nos saludamos y sólo sonreímos, guardamos suspicaz silencio y pienso que seguimos siendo un país reprimido y con tanta falta de educación sexual.
La noche nos espera…
Bajamos del Uber unas cuadras más lejos para respetar el
rito de la privacidad.
Allí estaba aquella boca oscura directo al subterráneo de
un edificio en construcción.
La cita estaba repleta, alguien grita sin éxito que ya no queda espacio en el interior, que el parque de diversiones esta colapsado… (y muchos lobos hambrientos y expectantes esperan afuera sin rendirse). Digo en la puerta mi nombre y las cortinas se abren para mí. Me sigo sintiendo la niña con el ticket dorado.
Ahí estaba la FAE latiendo y sudando como siempre.
Hicimos un pequeño tour por el lugar, lo primero fue el
laberinto, donde cada esquina podía darnos una sorpresa fugaz y explicita,
luego llegamos al sector de castigo, atracciones nuevas, el sonido del
rastrillo naranjo caliente peinado el torso desnudo me erizó, cuerdas con
nudos, esperma caliente derramada en dermis… mucha gente observando, yo
observando a la gente, pienso, pienso en todas las cosas que pueden estar
pasando por su mente, algunos asombrados, otros sedientos, impávidos, simples observadores.
Tras una pantalla de tela, cuerpos vestidos a lo
Chernobyl, sus trajes caen, sus cuerpos se pintan de colores y se comen a besos,
entre muchos…
El lugar está lleno de advertencias de peligro, está
repleto, el calor vive, todo es un riesgo, escapar es un riesgo, un mal viaje
verde puede ser un riesgo, es el juego del límite tangible, lo que se abre
después de un pequeño corte.
El boca a boca ha hecho su trabajo. Esta noche casi que extrañé al misterioso hombre que se pasea en silla de ruedas por todas las atracciones. Su presencia es a veces perturbadora.
El post-apocalipsis estaba allí, no miento, vi reptiles
gigantes pasearse.
El tecno denso ocultaba nuestros ojos en la profundidad
de la pista oscura.
Bailaba yo con la cabeza hacia atrás
El estribillo de la canción pop hits sonaba como ritual
MK ULTRA
Y era una multitud
Sobrepoblada
La línea del baño era eterna
La espera para poder comprar fichas verdes
La señal de las maquinas muerta
Un sorbo de alcohol o agua
Un oasis
Los cuerpos se diluían en aquel estallido que contenían
sus botellas
Y sus mandíbulas se contorneaban
Y sus ojos blanquecinos bombeaban
Y muchos, chorreaban
Otros pagaban para entrar a aquella cabina
Donde viste in your face lo que sabes que viste
Pues andas buscando que algo te humedezca
Algo que te haga caer el telón
Algo que despierte ese sabor que habita en todos
Una sociedad que pide un remezón después de tanta censura
En el lugar donde todos los niveles están desbloqueados y sólo tú sabes el punto final, el G, esa onda que derrama tu pecera.
Y por momentos quería no ser nadie y sólo vivir en el
beat que vibra adentro.
Bailar me excita.
El respiro vivo de la masa me excita.
Me fui a alguna hora, ya conectada con el ángel, con esa
dualidad A y B que vive en todos, que nos conecta con nuestros poderes para
usar en beneficio propio y de un otre.
Llegué a mi casa en un Taxi que corría a toda velocidad y que puso a todo volumen Heroína de Sumo y cantamos a garganta viva, sintiendo ese límite que también fue una forma diferente de hacer y hacerme el amor.
Debes estar logueada para comentar Login