(Afuera hay barricadas, gas que intoxica. Llevamos 60 días de resistencia)
Abre la puerta: Prefiero mi territorio. Me dice
Lleva una bata transparente negra, los labios de rojo y
la mueca marcada en la boca (La que se
le aparece cada vez que arde).
Yo, a veces soy timide pero de a poco empiezo a maullar
como gatite sole. Me paseo entre las piernas de señora gata, la diosa
dominatrix. Le abro una cerveza helada. Su guarida esta en penumbras, la
iluminan un par de velas que deseo que pronto estén derritiéndose en mí, entre
sombras veo la pornografía de las cuerdas expuestas, las fustas. Ella me lee
con maestría, se mueve dulce y lento y en un par de minutos, ya con el control
total y consensuado de mí, me tiene de rodillas atándome las muñecas.
¡A la pared¡
(Afuera es pleno día, adentro reina el sol)
Unos ganchos sobresalen de la pared, pongo los brazos en posición de Cristo, lo pienso y me siento hereje. La herejía es una especie de lujuria bendita, culposa, perdonada y santificada. Me sonrío como un demonio tierno, comienza la crucifixión (mi lado millennial se pasa el rollo de que la historia siempre fue bien BDSM) … Y los brazos se me marcan, y las venas del cuello se muestran, se abre el pecho, la pelvis me pesa, mis piernas se resisten. Siento como toda la sangre adentro baila, en unos minutos tendré el vértigo de mis brazos adormecidos profundamente y no podré despertarlos ni frenar el cosquilleo que muerde fuerte) Me mira y se pasea ante mí.
No abras más los ojos. Me dice
Y yo la espío bajo la cortina de mis pestañas haciéndose las muertas.
Siento que la calidez de una llama me respira cerca. Como lava nueva, las primeras gotas espesas pegándose en la piel. No sé qué muecas pongo, ella sabe que me gusta, me lo dice y sigue chorreándome los brazos. El esperma se adhiere a mi, se seca y me sella. No quiero que acabe y siempre me parece muy corto. Respiro hondo, viajo a través del tiempo al recuerdo de 9 años, metiendo el dedo a la vela (¿Habrá sido un acto masturbatorio?)
Se mete en mi polera cortada a tijeratazos, me baja la ropa rapidez, quedan mis tetas desnudas. Las observa, lo siento, a pesar que tengo los ojos cerrados, lo veo todo, estoy adentro y afuera de mí. Se acerca, las acaricia, y no puedo moverme y las fantasías me hacen agua la boca y no puedo verbalizar las cosas que deseo. Se aleja
¿Dónde está mi perro? Ando buscando un perrito
Y un perro rojo me muerde el pezón, uno, dos, tres perros me muerden, no sé. Me lo jala y los brazos pinchan, respiro hondo, me remuevo, es un espasmo suave. Con una paleta de madera me da golpecitos. Es un masaje al cerebro expandido.
Escucho el sonido de la electricidad y la euforia se me nota, entrego todo al roce con los relámpagos que se escapan del objeto. Es tan placentero que no puedo describirlo, solo hay flashes, el recuerdo de mi boca auto-mordiéndose.
La Gata me suelta de golpe y sale de la guarida, se pierde, me abandona. Me encuentro conmigo misme, atade, con la sangre quemando, el corazón galopante, la mente latiendo, el cuerpo estremecido. Vuelve a entrar y cierro los ojos. Sonrío. Con un cuchillo me saca la esperma seca, me recorre, el filo es la punta de un lápiz que me dibuja sin tocarme.
Me acaricia las manos y empieza el desamarre. Los brazos se sienten como alas, no sé si me duele menos quedarme como estoy por siempre o volver a la normalidad, de rodillas hundo la cabeza en el suelo y no puedo pararme, me apago, respiro, me re-construyo, me derrito, me arrastro hasta sus piernas y me amarro a ellas.
Gracias, Gracias, Gracias…
Me llena del amor más verdadero en meses. Se entrega y sigue libre, te deja libre. La beso, me recuesto en sus piernas como un gatite feliz que dice Miau, Miau, Miau, alucinando endorfina en el fondo del Subspace, esa droga genuina y natural que te llena de emociones, imágenes y símbolos. Una especie de Nirvana que te cambia el aroma de la sangre.
De vuelta a la calle
Aún en trance me subo al metro
LOS PACOS DEJAN SIN OJOS A LA GENTE
HAY DETENIDOS
DESPARECIDOS
SUICIDADOS
UN PUEBLO QUE RESISTE HASTA LA VICTORIA
Una marca en la muñeca me recuerda lo vivido. Entro al trabajo…
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