Soy Lela
Estúpidos celos…
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¿Has sentido ganas alguna vez de arrancarle los ojos a la persona que, descaradamente, se dio vuelta para mirar desde atrás a tu pareja? ¿De querer que una de sus amiguitas, con las que alguna vez se besó como jugando, salga para siempre de su vida? ¿Has tenido el impulso de querer revisar sus cosas, sus seguidores en Facebook, sus contactos de Wathsapp? ¿Te atormenta que alguna persona de su pasado pueda regresar a interponerse entre ustedes dos? Déjame decirte entonces, que si la primera opción fue la única que te hizo sentir identificada, estás en todo tu derecho y es algo sumamente normal, pero si las demás también te hicieron vibrar de ira y lanzaste una mirada furtiva a tu chica como buscando respuestas, entonces sí: tienes un problema de celos. Pero ¡tranquila!, no te asustes ni corras despavorida en círculos por toda la casa, siéntate, relájate y déjame explicarte un poco cómo funciona el tema de los celos.
Según el Diccionario de la Real Academia de la lengua Española, los celos son: “La sensación o sospecha de que la persona amada mude su amor”. Sí, que lo mude, es decir, que se lo dé a alguien más. Se supone que los celos en pequeñas porciones son muy normales, puesto que es una forma de reaccionar para proteger nuestra relación con la persona que amamos, de alejar cualquier posible amenaza que se pueda presentar ante nosotras. Lamentablemente, como están nuestros tiempos, las relaciones fugaces, la vanidad, las redes sociales y los medios, nos entregan mensajes erróneos sobre el concepto de belleza y, por ende, vemos en peligro nuestra imagen y percepción personal.
¿Cuál es el concepto de mujer bonita que nos presentan los medios de comunicación? Imagínala. Puede que para todas sea un concepto diferente pero siempre tendrá algunos rasgos característicos: cuerpo bien formado, armónico, ojalá atlético o de contextura delgada; rasgos faciales suaves o bien definidos; lindos ojos (ojalá de un color que no sea café); una altura promedio, ni muy alta ni muy baja… aunque en la televisión las modelos siempre son altas… En fin, podrás pensar: “yo no me fijo en el físico”, “lo que importa es lo de adentro”, “solo a una persona superficial le atraen las mujeres en extremo bonitas…”. Pero adivina… ¡Vivimos en un mundo superficial! Todo apunta a la belleza, la juventud y el éxito; los tres factores para que un individuo sea considerado un buen partido o una buena “oportunidad”. El punto al que quiero llegar, es; no es que seamos nosotras quienes estamos atentas a buscar a una persona con esas características, sino que estamos atentas a cómo nos vemos, qué piensa el resto de nosotras, qué me hace quedar bien ante la gente… y así es como nacen comunidades en las redes, enfocadas en dar a conocer las cualidades y atributos físicos de las mujeres (y por mujeres me refiero ti, a mí, a nosotras) para que las participantes sean prácticamente “cotizadas”. El número de likes o de seguidores es proporcional a nuestro ego e influye en nuestra autoestima. Cuando no somos muy solicitadas, es “porque no somos tan atractivas, por lo tanto, como hay tantas mujeres mucho más atractivas que yo, mi pareja en cualquier momento se podría fijar en alguien mejor y dejarme”. Y ese, querida, es el inicio de todos nuestros problemas, y si le sumamos haber sido víctimas de una infidelidad en el pasado, la amenaza se multiplica por cien. “Ya me pasó una vez, debe ser que no valgo la pena”, “no puedo confiar en nadie, porque en cualquier momento me van a poner los cuernos”, “si dejo que mi novia salga sola con sus amigas, lo más probable es que termine engañándome”, “por las fotos que pone en sus redes, pareciera que se está ofreciendo”… respecto a lo último, todas somos libres de hacer lo queramos y nos dé la reverenda gana con nuestros cuerpos, es solo que algunas se sienten más cómodas con el suyo que otras, y el factor bajo autoestima hace que, a veces, nos sintamos inferiores, y no es para menos, ya que lamentablemente vivimos en un mundo en el que las relaciones de pareja son tan fugaces como el sabor de un chicle (es una generalización, aún existen personas con las que se puede tener una relación seria, pero son las menos).
Otro asunto que pareciera hacernos explotar la cabeza y querer prenderle fuego al mundo es… adivina; sí, las “Exs”. Ese sí que es un tema complejo, sobre todo cuando nuestra novia tuvo una relación muy larga, muy buena, una ruptura muy reciente o (este es el remate) “fue su primer amor”. Es entonces cuando las inseguridades se apoderan de nosotras, cualquier movimiento en falso pareciera significar perder a la mujer que amamos e intentamos generar la expectativa de ser mejores. Entramos entonces en la toxicidad de compararnos con la ex, de identificar sus cualidades, de intentar imitarlas o superarlas, de ser mejor que ella para que nuestra chica no nos abandone por… Clara señal de falta de confianza, pero no hacia nuestra pareja, sino hacia nosotras mismas. Si no nos afectaran los estándares sociales y tuviéramos plena confianza en nuestras capacidades, talentos y virtudes, no temeríamos a aquel terrible fantasma que conocemos como “La Ex”, porque; por algo es eso precisamente, “La ex” (parte del pasado).
Para terminar, están los celos retrospectivos, esos que nacen a partir de conversaciones casuales cuando te enteras de alguna actividad que tu musa haya compartido con la que estuvo antes, ya sea una cita, o una posición sexual. ¡Aceptémoslo!, no todas somos capaces de guardarnos esas cosas, y peor aún, no todas podemos soportar la idea de “no saber” qué era lo que hacía nuestra pareja antes de estar con nosotras, qué hacía con otras, con cuántas, en dónde, de qué manera… Sí, es para volverse loca. Para nuestro alivio, hay terapias que sirven para curar ese mal que radica únicamente en nuestro cerebro, en nuestras experiencias pasadas (sobre todo las malas), nuestra formación y obvio, nuestro amor propio.
Para terminar, solo me queda decirle que, sí, los celos son normales, pero eso no quiere decir que sean buenos. Todas los hemos sentido, pero en demasía son muy peligrosos, de hecho, hay personas que pierden a su pareja en el desesperado intento de “no perderla” y ser en extremo celosas. Para que una relación funcione, primero debo amarme y tener conciencia de quién soy, luego tener conocimiento de quién es la otra persona y lo que siente por mí. Si ambas ponemos de nuestra parte desde el principio, se dejan a un lado las mentiras, las falsas apariencias, y seremos capaces de confiar la una en la otra. El tema de los celos dejará de ser tema.
Si una persona dice amarnos, y de verdad lo hace, simplemente no tendrá tiempo, ojos ni corazón para nadie más que para nosotras, lo mismo de nuestra parte. Pero si, a pesar de todas las muestras de confianza que nuestra princesa nos dé, de su genuino interés, y de su amor incondicional, seguimos con la idea de que nos va a dejar por alguien en cualquier momento, el problema lo tenemos nosotras mismas y es necesario comenzar a trabajar en quién soy, quién quiero ser y, con ello, ayudar a mi autoestima a levantarse del suelo, sacudirle el polvo y empezar a generar amor propio. Amar es para valientes, dicen. Que una vez nos hayan engañado no siempre tendrá que ver con algo que hayamos hecho mal, quizá solo esa mujer no era para nosotras. Al final de cuentas, si estamos siempre pensando en el pasado de nuestra chica, en lo que pueda hacer cuando no esté conmigo, en quienes pueden fijarse en ella, solo lograremos vivir eternamente atormentadas, desconfiadas, y tenderemos a generar relaciones destructivas y tóxicas. ¿Es eso lo que queremos? Por lo menos, yo no. ¿Y tú?
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