Capítulo I
Comienza el viaje
Nunca fui muy buena para celebrar año nuevo, sin embargo, decidí por una vez, cambiar la tradición y no pasar las 12 en pijama o con muy poca gente en mi casa – por lo general sólo un pequeño grupo familiar -, e ir a una fiesta organizada por mis más cercanas amigas. Definitivamente una muy buena decisión, es que la anfitriona, preocupada hasta por el más mínimo detalle nos regaló una muy linda tradición: la pecera de los buenos deseos. De ella y gracias a ella comienzo a escribir esta historia, mí historia, el papel que al azar saqué desde dentro de un jarro de vidrio transparente decía “para cumplir tus sueños debes seguir tus deseos y hacer lo que te gusta”, algo en mi cabeza culposa y llena de responsabilidades no muy fácil de conseguir. Pero en fin, acá vamos, soy Anto y esta es mi historia, aquella que me llevó a seguir quien soy y sobre todo a asumir mi identidad sexual.
Voy a comenzar por presentarme, soy media loca, inquieta,
periodista no muy buena para leer, es que aunque me gusta, la vista no me
acompaña mucho y me canso rápido… ¿Por qué no uso lentes? Porque hace como 7
años mi perro se los comió y por una u otra cosa de la vida nunca volví a ir al
oculista… En fin, en verdad esa historia es una lata y da lo mismo… Quizás nada
de lo que quiero contar acá importe mucho, pero me entretiene escribir, algunos
dicen que es como una terapia… Continúo: fumo como carretonera, soy seca para
el café y las bebidas energéticas, el pisco con coca cola es mi bebida
alcohólica favorita, de hecho ahora: mientras escribo, me estoy tomando una.
Adoro a los animales y bueno lo más importante y la razón por la que escribo
esta web novela es que soy lesbiana. Y acá
comienza mi aventura.
Bueno, analizando mi vida desde la madurez que me dan mis 30
y siempre, que no es mucha en todo caso me doy cuenta de que nací total y
absolutamente lesbiana, de catálogo, como dijo una amiga el otro día… Cuando
era chica no me daba cuenta pero viéndolo ahora mí primer amor fue Nicole; la
cantante, en esa época de “Tal vez me estoy enamorando” si hasta sentía
mariposas en el estómago cada vez que la veía en la televisión… Indicio número
uno de mi tortillés (lesbianismo) naciente… El segundo indicio vino cuando
tenía como 12 años y me enamoré perdidamente de Andrea Del Bocca, vi la
teleserie Perla Negra 3 veces hasta que desapareció de la televisión por cable,
-desilusión total-, si hasta me acuerdo de sus textos: “tus ojos son como dos
lagos de agua cristalina, agua que me llama, agua que me inunda, agua que me
ahoga”, perna total… Indicio 3, pero no lo suficiente para darme cuenta: Mi
amor loco por Natalia Oreiro en Muñeca Brava, ahí ya la cosa se puso más
sexual, las maripositas se corrieron de la guata a otro lado… En fin, aun así a
mis 16 años todavía no me daba cuenta de que realmente me gustaban las mujeres…
Hasta que en uno de esos momentos que aparecen de la nada, la duda surgió…
Estaba en un pijama party con mis compañeras de colegio, sí
a los 16: éramos muy, pero muy niñas o inmaduras, como quieran llamarlo. La
cosa es que una conversación llevó a la otra hasta que, no me acuerdo por qué,
una de mis amigas me preguntó si yo era lesbiana… O sea, ¿lesbiana yo? Ofendida
total, por favor si soy una niña bien de colegio particular pagado, jamás,
claro todo eso para mis adentros, a las
chiquillas les puse cara de póker y les dije que no, pero la verdad fue en ese
momento en que por primera vez in my life, me empezó a entrar la duda… ¿Seré
lela? ¿Cómo lo averiguo? Complicado y perturbador… Aunque no me crean algo que
jamás se me pasó por la cabeza, si fui bien polola cuando chica, hasta tuve un
amor platónico que obvio nunca me pescó, yo iba en séptimo y él, que quede claro:
él, en cuarto medio… Muchas opciones no tenía, menos pensando en que usaba
lentes, un flequillo horrible y me veía de 9 años.
Bueno, me quedé con la duda por lo menos un año más, me fui
de gira de estudios, besé a cuanto macho se me cruzó por el camino, incluidos
un compañero de curso y un italiano, no puedo negar que lo pasé bastante bien…
Pero al año siguiente a mi mejor amigo no se le ocurre nada mejor que contarme
que era gay… Casi me muero… Chuuuuu dije, pero me quedé callada, él se iba de
viaje y yo necesitaba mi tiempo para pensar… Estuvo como 6 meses en Estados
Unidos, cuando volvió nos juntamos y desde ahí no paré más… Me convencí, soy
1000% lela… En el capítulo siguiente se enterarán como terminé de darme cuenta…
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