Ya pasaron 27 años, de esa noche del 4 de septiembre de 1993. Era la semifinal del mundial de fútbol sub 17, varios se mantuvieron despiertos porque Chile se enfrentaba a Japón, en la lucha. En esos momentos, en algún lugar de Valparaíso, algo horroroso se desarrollaba sin que el país se diera por aludido.
Esa noche, al rededor de 70 personas se dieron cita en la calle Chacabuco 2687, la casa de la disco Divine, casi el único lugar gay de Valparaíso que recibía a santiaguinos, porteños y viñamarinos por igual. Ubicada en el sector El Almendral, en 1993, cuando Chile recién empezada a descubrir la democracia, por lo tanto el mundo LGBTI, también abría sus alas por primera vez, a pesar de la ignorancia aun reinante .
Noche Feliz. Música, cortinas brillantes en las paredes, tragos. Transformistas encaramados en tacones animaban a los asistentes del tercer piso. Recién remodelada, la Divine lucía nuevas alfombras y colores en sus paredes, el dueño había invertido en televisores más grandes y en luces para darle más vida a la noche. La música sonaba increíblemente, todo era maravilloso, divino como debía ser.
De un momento a otro, se dejó ver el humo, según algunos, segundos antes, se escuchó una explosión en la puerta, luego llegaron las llamas inmensas de fuego. Fueron segundos, luego eran gritos y gente desesperada tratando de escapar. Algunos corrieron al baño, otros a la salida de emergencia, unos pocos par buscaron alguna ventana, todo para no morir, no de esa forma, algunos pensaron que era una pesadilla, tal vez se durmierin pensando en eso. La Connie, quien había abierto el show, también intentaba salir por la escalera de emergencia, pero la puerta nunca se abrió, todos hacían presión, tanta que murió aplastada entre la desesperación de todos los demás. Tal vez y sólo tal vez, si solo hubieran visto que además del candado, la puerta se abría hacia dentro, como ahora todas las puertas de emergencia lo hacen… Por ley.
Fuera del glamoroso nombre, Divine no tuvo un fin lleno de glamour, al contrario, solo genera rabia, pena, memoria y preguntas. El caso nunca fue tomado con la seriedad que merecía, ni en ese entonces ni hoy. Solo basta saber que la cifra de heridos y fallecidos nunca fue clara. Y es porque el país no sabe cómo enfrentar estos temas, preferimos callar, si no se habla no existe. Incluso, hasta el día de hoy, muchos de los sobrevivientes no reconocen que estuvieron ahí, hasta hoy!
Los peritajes indicaron que una falla en la red eléctrica fue la responsable del incendio, pero hay otros que no lo creyeron y elevan hipótesis de un atentado homofóbico; hay testigos que dicen que desde un auto arrojaron una bomba. Pero a pesar de todo, los procesos fueron irregulares, no hubo careos, no se recogieron todos los testimonios, menos testigos. Hubo mucho miedo de hablar…
En el 2010 el caso fue cerrado definitivamente. Para los Jueces, el proceso quedó esclarecido y terminado: La discotheque estaba en mal estado, las instalaciones eléctricas estaban en pésimas condiciones, las alfombras del suelo y paredes fueron pegadas con un producto muy inflamable, y nada que decir sobre la construcción de la casa de tres pisos que esa noche se derrumbó. Esa fue la sentencia y además, señalaron a los dueños como responsables, pero no pudieron ser imputados, ya había pasado el tiempo y prescribieron las responsabilidades penales. Habían pasado casi 20 años hasta que se dictaminó sentencia.
El 4 de septiembre es una fecha más para recordar, porque mientras muchos celebraron el tercer lugar de Chile, esta tragedia quedó olvidada, ridicularizáda, esa noche murieron “maricas”, mejor olvidar. Esa noche quedó relegada a un último lugar. Para muchos esa “noche de maricones” no fue importante, los testigos fueron maltratados y amenazados, el juicio social hizo que muchos callaran, los colas y las fletas jamás le importaron a nadie, porque no es justo que el dolor de las familias no se pueda liberar por la vergüenza de reconocer que los suyos murieron en ese lugar. “…aunque la policía asegura que todo fue por un cortocircuito eléctrico, la música y las luces nunca se apagaron”. Escribió Pedro Lemebel luego.
Te dejamos un documental hecho por Canal 13, en su programa “Testigos” del año 2002. Estremecen los relatos. Hoy en la madrugada casi ya 5 de Septiembre, los recordamos, hasta encontrar la justicia y dignificarlos, solo por ser humanos, dignos de respeto.
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