Mi ex pareja era una persona violenta. Me humilló, agredió y denostó muchísimas veces en dos años y medio de relación. La violencia fue psicológica, física y económica.
Me pegó
manotazos, empujones, pellizcones, etc. Me insultó, me trató de esquizofrénica,
loca, fracasada, entre mil cosas. Me insultó por no querer robar. Coqueteó con
otras personas frente a mí, llegó a darse “piquitos” con ell@s y luego
desacreditó mi molestia al respecto.
Controlaba
mis gastos, me exigía cosas, regalos o salidas a comer. Me robó dinero y ropa.
Me alejó de mi familia y amigos. La verdad es que me dañó de muchas formas más
y podría extenderme horas haciéndolo, pero no lo haré.
Si
ahora les dijera que mi ex es un hombre probablemente acusarían machismo y
violencia de género y tendrían razón, pero no es así; mi ex era una mujer igual
que yo.
Solemos
pensar en la violencia en las relaciones como algo netamente heterosexual y
casi que no es posible violentar a alguien del mismo sexo. Creo que debemos
dejar de tapar el sol con un dedo, la violencia de pareja en relaciones
homosexuales existe y es muy común.
Nos
duele igual y nos marca igual. La violencia pareciera ser intrínseca de una
gran parte de la sociedad que no sabe cómo lidiar con sus emociones y las trancas
que arrastra.
Soy
una mujer feminista y creo en la violencia que el patriarcado trae consigo,
pero también creo que es momento de ver que la violencia tiene muchas causas y
que, si queremos derrocar esta desigualdad debemos enseñar en emociones y vínculos
sanos, debemos educar en empatía.
Una
mujer también reproduce el machismo y una persona con inteligencia emocional
será menos propensa a caer en conductas que dañen a otr@s.
¿Quieren
cambiar el mundo? El primer paso es indudablemente cambiar cómo sentimos y
hacemos sentir. Luego nos preocupamos del resto.
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