Durante varios años, estuve en una relación extremada y profundamente tóxica. No se engañen con esta última palabra, porque los primeros meses fue la relación más hermosa que cualquiera se pudiese imaginar… ¡Ni necesitábamos palabras para comunicarnos entre nosotras! No digo que a veces, cuando salíamos con amigos, nos interrumpían nuestras risas infinitas para decirnos que nos veíamos ridículas riendo todo el tiempo sin hablar. Pero esta historia, esta vez se trata de mí y no de ella, tampoco de nosotras. Trata de cómo yo pasé de sentir que el corazón del pecho se me salía sin dudas a rogarle a la vida-dios-alá-jehová o quien sea que esto se pudiese terminar pronto, que YO pudiese terminarlo pronto.
Somos muchas las personas que nos hemos visto envueltas en relaciones tormentosas, que hemos querido terminar algo y hemos salido con la convicción de que esta vez si lo haremos pero que volvemos con el orgullo en algún lado escondido y sintiéndonos en alguna parte de nuestro ser decepcionadxs de nosotrxs mismxs. No vamos a culpar de esto a tu ex y su violenta forma de decir las cosas cuando no le parecen, mucho menos cuestionar sus manipulaciones constantes para conseguir lo que quería y esas veces que simplemente disparó directo en tu talón de Aquiles (a sabiendas) durante una discusión. No hay posibilidad de que su evidente trastorno de personalidad o patología posible tengan algo que ver en esta situación porque al igual que en el caso de todxs lxs otrxs que lo han vivido, esta vez, esto se trata de mi, de nosotrxs, no de ellxs.
Claramente existen millones de teorías en psicología y otras materias que podrían explicar la razón de estas dinámicas y de porqué nuestrxs exes serían idiotas realmente pero hay una cosa que siempre evitamos mirar, admitir: ¡NO NOS QUEREMOS BOLUDXS! ¡EL DAÑO NOS LO HACEMOS NOSOTRXS! Sí, tú a ti mismx… como no te quieres, o no lo suficiente, permites que te hagan daño. No es que X no sea una persona de mierda (ni tampoco digo que si, ah!) si no que nadie puede hacerte daño si tu no lo permites, sobre todo cuando hablamos de asuntos emocionales. ¡Te pueden intentar manipular todo lo que quieran! Si tú te valoras lo suficiente, sabrás en el instante que esas manipulaciones no son más que eso y no caes, al contrario, te alejas. Pero ahí llegamos nosotrxs y nos creemos las estupideces de voy a cambiar, te necesito, no sé que voy a hacer sin ti, por favor no me dejes, nadie te va a querer como yo, nunca te voy a olvidar,siempre vamos a estar juntxs, mi vida no la imagino sin ti y cualquier otra mentirilla que se vomite al frente en momentos desesperados por no escribir un final.
Tenemos que querernos más ¡Por la cresta! Si al final somos lo único que certeramente vamos a tener siempre. Lo único que siempre que nutramos nos dará frutos solo a nosotrxs. Lo único que podemos cambiar. Nuestra única herramienta para trascender. ¡Somos lo único que tenemos! Y mira que somos ricxs, porque tenemos la posibilidad de ser quienes queramos ser. ¿Y qué importa si antes éramos alguien diferente? Hay que dejar de tenerle tanto miedo a las cosas, pero sobre todo ¡Hay que dejar de tenerle pánico al arrepentimiento! Si te equivocas y las cagas ya está, no tenías como saberlo, al menos lo intentaste. Si te resulta bien, menos mal que no te quedaste con las ganas ¿¡viste!? .Tendemos a pensar que las cosas son tanto más terribles de lo que son en realidad y eso funciona como un freno en seco para nuestras vidas. Cuando la persona con la que estamos nos manipula, la única razón por la que seguimos ahí y lo aceptamos es por el pánico a que sea cierto, a quedarse solx de verdad, a que lo que nos repite cuando nos gritan sea cierto, a que las cosas de otra forma no sean lo suficientemente buenas, pero no nos preguntamos ¿Son ahora ,de la manera actual y en este preciso momento , lo suficientemente buenas? Probablemente la respuesta ya la saben…
Cómo dije anteriormente esto se trata hoy de mi, de nadie más. Se trata de mi porque esta vez yo ya no estoy en una relación tormentosa ni tóxica, y no estoy siendo manipulada por nadie ni mucho menos infeliz. Se trata de mi y solo de mi porque luego de tanto tiempo me siento con las ganas y la esperanza de compartir con ustedes estas líneas, que reflejan todo lo que ya les digo:
“Sin importar cuánto le dé vueltas al asunto, siempre llego a lo mismo: ¿Por qué permití que mi ser resultara tan dañada? ¡Tengo tanta rabia conmigo por permitirme no trazar ningún límite! ¿Para qué los quiero? Me decía siempre a mi misma… Una vez que me hice consciente de la situación, no paré de sumar experiencia y aprendizaje, no paré de sentir-me hasta que un día así como si nada, simplemente lo logré: ¡¡¡ME AMO!!! Grité en la mitad de la calle y sin nada de vergüenza; Por lo que soy, con lo que traigo y para donde voy. Siempre fiel a mí misma.
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