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Intuición (1ra Parte)

Soy Lela

Intuición (1ra Parte)

Intuición (1ra Parte)

Han pasado dos meses desde la última vez que la vi. Antes de eso solo supe que estaba pasando por un mal momento y luego me excluyó de su vida, como si yo no existiera. No entiendo cómo puede ser tan fácil para ella dejar atrás todas las cosas que vivimos juntas… En fin, anoche soñé con ella, rara vez mis sueños se equivocan, así que es probable que tenga pronto noticias suyas, aunque también cabe la posibilidad de que solo sean mis ganas de verla lo que me llevó a traerla a mi subconsciente durante la noche. Recuerdo nuestra última conversación:

―¿Qué tan importante soy yo para ti? ―pregunté.

―Depende, ¿qué consideras que somos?

―Amigas…

―¿Amigas? ¿Las amigas, de vez en cuando, tienen sexo?

―No confundas las cosas. Solo dime si te importo… como persona, por lo que soy, independiente de lo que haya pasado entre nosotras.

―Me importas ―susurró.

Me acerqué a ella para poder oírla, la música del bar estaba algo fuerte.

―Mírame a los ojos y respóndeme. ―Tomé su rostro y la obligué a verme de frente.

―Dije que me importas. Tú sabes que eres importante para mí, lo que pasa es que nunca te diste cuenta.

―Elizabeth… yo siempre te he visto como a una amiga, como a una hermana menor. Fuiste la primera persona que me apoyó y escuchó…

 

Elizabeth había entrado unas semanas después que yo a un colegio particular en el que se trabajaba con proyecto de integración educativa. Yo llegué en calidad de practicante de último año de psicopedagogía y mis casi colegas fueron siempre crueles conmigo, se burlaban de mi timidez con los niños, de mi falta de carácter para tratar a aquellos que tenían problemas de conducta. Cuando llegó Elizabeth apenas estaba entrando a su primera práctica, en la que solo debía observar y tomar nota de nuestro trabajo. Poco tardó en darse cuenta de que nuestras superiores eran un par de tipejas petulantes. Recuerdo cómo fue que nos conocimos.

―Cristina, te llegó una ayudante ―dijo Tania, una de las psicopedagogas en tono burlón―, ojalá que pueda hacer su trabajo y el tuyo y no salga corriendo como quisiste hacer tú al principio.

Su colega rió, yo me sonrojé y saludé a la recién llegada. Su cabello era claro, sin ser rubio; sus ojos pardos y su piel trigueña. Llevaba unos jeans negros, zapatillas y el delantal blanco, lo que la hacía ver algo fuera de contexto, pero muy atractiva.

―Te voy a presentar a los cursos en los que debes estar presente para que te familiarices con los rostros de los niños.

―Está bien, Cristina. Muchas gracias.

―Sí, llévala para que te ayude cuando no sepas cómo controlarlos ―volvió a la carga Tania, guiñó un ojo a su compañera y se pusieron a reír.

―Disculpa, ¿de qué universidad egresaste? ―preguntó Elizabeth.

―¿Cómo que disculpa? No tienes autorización para tutearme, si no quieres que te califique con nota insuficiente, mejor quédate calladita y limítate a mirar, que para eso estás aquí.

―Curso segundo año de Psicopedagogía en la Católica, mi jefa de carrera conoce al director de este colegio y por eso me mandó para acá. Tengo buenas notas y decidió que merecía hacer mi práctica en un buen colegio. Mi duda es… ¿sabrá el director la clase de profesionales que tiene en su equipo docente? Podría saberlo hoy mismo si se lo informo a mi jefa de carrera…

Las mujeres enmudecieron. La muchacha no tenía más de veinte años y había dejado con la boca cerrada a las dos psicopedagogas que llevaban semanas riéndose de mí. La admiré y se lo agradecí profundamente. Salimos de la oficina y caminamos hacia una de las salas.

―Gracias…

―¿Gracias? ¡No seas, loca! A ese par había que decirles unas cuantas cosas, sé de buena fuente que llegaron aquí por pituto… ni siquiera creo que hayan egresado de la U, así que tranquila. ―Me miró y esbozó una cálida sonrisa.

Cuando llegó la hora de colación, nos juntamos en el casino, nuestras superiores evitaban mirarnos, y si lo hacían ya no era con aire de mofa. Me sentí tan segura, como si por fin el establecimiento hubiera dejado de ser un lugar de tortura.

―Parece que somos las más chicas aquí.

―Tú eres la más chica. Yo tengo veintitrés, pronto veinticuatro, y algunos profesores son recién egresados, así que no deben tener más de veinticinco.

―¿En serio? Se ven mayores…

―Se visten formal, y tú también deberías, seguramente te van a hacer algún comentario sobre tu ropa.

―Vine a estudiar, no a que me juzguen. Es un colegio, no una pasarela.

―Para ti, pero para ellas… ―apunté con la mirada a un grupo de jóvenes profesoras y paradocentes que ingresaban al lugar vestidas como sacadas de una revista.

―La gente cree que por vestirse bien es mejor persona. Me apestan… ¿Sabes? Yo sé que el fuerte de nuestra carrera es en colegios, pero yo quiero poner mi propia consulta cuando egrese, convalidar ramos y estudiar psicología.

―¿No te gustan los colegios?

―No me gustan las viejas de mierda amargadas persiguiéndome por todo y exigiendo estupideces.

Nos pusimos a reír. Con ella me sentía segura y tranquila, mis días de práctica habían dejado de ser un tormento, eran ahora lo mejor de la semana. Generalmente los jueves por la tarde o los viernes nos íbamos a tomar un café o un par de cervezas para charlar y reírnos. Creo que me encariñé mucho con ella, más de lo que debía.

―Sabes… mi pasantía termina en unos meses. Voy a dejar de ir al colegio y seguramente el año que viene me voy a ir a otro ―me dijo un día en un Starbucks.

Por mi lado, era probable que me quedara trabajando ahí. Me dolió saber que ya no la vería tanto como antes.

―Pero supongo que podrás verme de vez en cuando, ¿no?

―Va a depender de mis horarios en la U… pero haré lo que pueda.

Nos levantamos y caminamos un rato antes de partir a nuestros hogares. Nos miramos, y antes de que cada una tomara su rumbo, ella me abrazó.

―Te quiero ―susurró en mi oído.

―Yo también.

Me miró fijo, se acercó a mí y cerré los ojos. Me dio un beso en la frente.

―¡Nos vemos! ―me dijo, y se marchó.

 

Continuará…

"Amante de las letras, los misterios de la noche y los gatos. Romántica por esencia, pasional por instinto. Enamorada de su primer amor..."

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