Columna de Opinión
Leyendo los dichos del Obispo Neopytos, lo
primero que surgio en mi mente fue un: “Mamaaa, ¡tenemos que hablar! Casi tan ridículo como
pensar que nuestras mamis jamás se han entregado a los placeres carnales fueron
las palabras del mencionado prelado, reverendo de la iglesia Metropolitana de
Morphou, una ciudad del noroeste de la isla de Chipre, a un grupo de niños de
una escuela primaria en la ciudad de Akaki, en junio recién pasado. Dichos
repletos de homofobia e ignorancia que obviamente no tardaron en dar la vuelta
al mundo.
En palabras del destacado religioso “la homosexualidad sucede cuando una madre
disfruta del sexo anormal; para ser más claros, el sexo anal. [San Porfirios]
dice que cuando a la mujer le gusta eso, nace un deseo, y luego el deseo se
transmite al niño”, esto según una traducción literaria realizada por
Metro.
Pero eso no es todo porque sus comentarios
no se detuvieron ahí, aseguró también que “los fetos son como las semillas
plantadas en un jardín (…) contienen información y crecen en función de la
información contenida en su ADN, que es como un embrión que absorbe información
mientras está dentro de su madre”.
A ver ilumínenos señor prelado porque aún
no estamos entendiendo su fantástica teoría… Y así lo hizo don Neophytos ¿Le
podremos decir Neo? Porque agregó que “Los gays son creados debido al sexo anal
de una pareja heterosexual y sólo si la mujer participa. Si eso sucede, la
sensación de placer que la mujer siente se transmite al niño que está por nacer”.
O sea, señorita: puede tener sexo anal pero sin disfrutarlo eso sí.
Ahora me asalta una duda: ¿En el caso de
las lesbianas sería algo así como que a nuestras mamás les hicieron mucho cunnilingus?
De seguro don Neo tiene una maravillosa respuesta para esta pregunta, que ojalá
nadie en el mundo tenga que escuchar.
Pero eso no es todo, es que a tan letrado
sacerdote, no se le ocurrió nada mejor que defenderse tras las críticas a sus
palabras diciendo que estaban basadas en la posición de la iglesia ortodoxa y
de los santos. Para qué más… ¿Cierto? Así que embarazadas a cuidarse, no vaya a
ser que por culpa de su libido desmedido le termine saliendo un hijo cola.
Ahora yo me pregunto y siguiendo las
palabras de nuestro prócer Julio César Rodríguez: señor Obispo de Chipre,
¿usted no se sienta en algún momento del día, solito a pensar: seré huevón?
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