No es una sorpresa que, cuando hablamos de adopción se genera una serie de críticas al sistema actual en cuanto al tránsito de los niños y niñas en los centros de protección como también el entorpecimiento constante que deben soportar las familias que desean adoptar. Sin embargo, la discusión en la mayoría de los casos ha perdido su norte fundamental, el derecho de todos los niños, niñas y adolescentes a crecer en familia, y donde en las decisiones debe siempre prevalecer su interés superior por sobre los intereses ajenos.
Semanas atrás nos referíamos duramente respecto de la indicación sustitutiva ingresada por el ejecutivo en cuando se expuso entre los términos incorporados respecto a la certificación de las personas para cumplir las condiciones generales para la adopción de un niño, niña o adolescente, que tratándose de dos postulantes que están relacionados entre sí, se consideraría, entre otros criterios, “la existencia de un ambiente familiar donde se pueda ejercer adecuadamente el rol de padre y madre”, para luego señalar que “en caso alguno se podrá denegar la certificación por causales que constituyan discriminación arbitraria […]”.
Estos dos supuestos a todas luces se contraponen entre sí, y así fue alertado por diversos actores del mundo académico, civil e incluso los jueces de familia, donde se señaló que la indicación infringe directamente el principio de igualdad y no discriminación arbitraria, relegando a ciertos tipos de familia conformadas por parejas del mismo sexo al criterio del juez que substancie el proceso.
A pesar del ruido generado, no es menos cierto que aún existen otras tantas realidades que van quedando en el olvido. Y con esto, no sólo me refiero a mujeres lesbianas que encontrándose bajo un vínculo legal como lo es la unión civil, estarán dependiendo del texto final aprobado, sino que aquellas familias conformadas por mujeres lesbianas y sus hijos en común que están entre nosotras actualmente.
Las luchas que han dado muchas madres lesbianas a fin de visibilizar la realidad de sus familias se ha generado principalmente desde los tribunales de familia y tribunales de alzada, sin alcanzar hasta el momento un reconocimiento real de los vínculos filiativos existentes. Hoy la Corte Suprema ha admitido a tramitación por primera vez un recurso que busca el reconocimiento de la filiación de dos convivientes civiles lesbianas respecto a su hija, luego de un fallo en contra de la Corte de Apelaciones de Valparaíso pero que mantiene un análisis certero respecto del derecho a la identidad de la hija de las recurrentes por parte de la Ministra Silvana Donoso que no debe ser pasado por alto.
Es necesario dejar de invisibilizar una realidad que existe y que va en aumento, familias compuestas por madres lesbianas junto a sus niños y niñas. Visibilizar es el primer paso hacia el reconocimiento, sin aquella acción es imposible que se logre pasar de un estado de ausencia absoluta a una de protección.
Fernanda Gajardo Manríquez
Abogada, con especialización en derecho de familia y actualmente se especializa en derecho penal. Se desempeña como abogada socia del estudio jurídico Q&G Abogados y es actualmente coordinadora de políticas públicas y seguimiento legislativo de la Fundación Todo Mejora. Ha trabajado como consultora en temas de infancia para Unicef, y distintas organizaciones sin fines de lucro relacionadas a niños, niñas y adolescentes, y de formación política como también ha desarrollado evaluaciones a programas del estado e investigaciones de planificación.
Participa activamente de proyectos sociales relacionados a la participación ciudadana e igualdad de género y derechos de infancia, coordinando programas de transparencia y gestión local, colectivos de participación de mujeres y programas ciudadanos para la integración de los niños en las decisiones públicas.
@Fergajardom
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